Desde este més cuando pensemos qué termómetro elegir para tomarle la temperatura a nuestros hijos debemos excluir de la lista al termómetro de toda la vida, el de mercurio, ese que sacudimos hasta partirnos las muñecas para bajarle la rayita.
La foto puede estar en la memoria de casi todos los que han superado ya la adolescencia. Cuando el aparato se rompía contra el suelo, daba inicio un divertido juego: atrapar las escurridizas bolitas de mercurio que habían salido desprendidas al partirse el tubo.
Ese entretenimiento, cuestionable por los riesgos nocivos del mercurio para la salud y el medioambiente, no volverá a repetirse en los hogares europeos.
Los termómetros que contengan mercurio y que tengamos en casa, podremos seguir usándolos, pero la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomienda que no los tiremos a la basura cuando quieran deshacerse de ellos, sino que los lleven a un punto limpio.
El Parlamento Europeo indulta, en cambio, a los de más de 50 años de antigüedad por considerarlos bienes culturales
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